
En 1974, mientras Deep Purple transcurría las sesiones de grabacion de “Stormbringer”, la tirantez entre el guitarrista Ritchie Blackmore y el resto del grupo llegaba a su punto límite. Y no pasó mucho tiempo hasta alejarse de la banda para hacer lo que en ella no podía. Llamó a su proyecto “Ritchie Blackmore's Rainbow” (más tarde Rainbow a secas) y editó su primer álbum en 1975, con una serie de sesionistas y una sola estrella: el cantante Ronnie James Dio.
Pero para salir de gira, armo un combo a la altura de las circustancias: convocó al bajista Jimmy Bain, al baterista Cozy Powell (lanzado a la fama con el Jeff Beck Group) y al desconocido tecladista Tony Carey.
Y con ellos grabó en 1976 “Rising”, seguramente el punto más alto compositiva y musicalmente alcanzado por Blackmore, superior incluso a sus años mozos con Purple.
Desde el enigmático comienzo con “Tarot Woman”, la placa es solo media hora de un nuevo hard rock melódico y crudo, épico y portentoso. Y no es aventurado decir que sentó las bases de generos futuros (power metal y derivados, entiendáse en cuanto al aire neoclásico, no a la velocidad y fría atmósfera).
Asi es, antes que suecos pirótecnicos y magos con espadas, un cabrón del encordado y un pequeño gigante lo hicieron todo en un par de álbumes, y “Rising” fue el climax.
Con una base densa y precisa, un Blackmore técnicamente indiscutible pero agregándole a lo suyo sentimiento, y Dio, que se daba a conocer al gran mundo imprimiendole a las canciones garra y suavidad, emoción y tormento como sólo los elegidos pueden hacerlo.
Y confirmando una máxima: banda por la que pasaba, se elevaba a niveles de calidad infinitos.
Es lógico suponer que un trabajo histórico no sólo puede sustentarse en un buen desempeño de los músicos: También debe contener buenos temas.
Y aquí los hay, pocos (solo seis) pero con creces. Gemas como la ya mencionada apertura, “Run With The Wolf”, “Starstruck” y “Light In Black” contribuyen a que el álbum se disfrute como nunca, sin contar el momento más estremecedor: “Stargazer”, el ejemplo más valedero de como hacer rock con tonos clásicos y épicos, con Blackmore y Dio a pleno y también Carey, que descolla solo aquí, pero soberbiamente.
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